Imagina que dos personas de la misma talla más o menos, de la misma edad y con las mismas condiciones físicas quedan para cenar.
Llegan al restaurante, miran la carta y los dos tienen claro qué van a pedir, ya que tienen mucha hambre.
El tipo A pide una ensalada, un poquito de pescado, dos copas de vino y de postre una manzanilla
El tipo B pide un plato de arroz a la cubana (con su huevo frito correspondiente), una ensalada, un bistec de ternera con su guarnición de patatas panaderas, dos bollos de pan, cuatro copas de vino y de postre dos raciones de tarta de tres chocolates.
Llega la hora de la sobremesa en la que toman cada uno un chupito de hiervas digestivo y se van a la cama a dormir.
Al día siguiente los dos han quedado para salir a hacer un poquito de carrera a pie. Mientras el tipo A está fantástico porque ha dormido genial, el tipo B llega con ojeras ya que pasó una muy mala noche, y además al pasar al baño, esa mañana tuvo algún problemilla. Parece que su cuerpo no asimiló bien tanta cena.
Es normal que el tipo A tenga mejores sensaciones que el tipo B ya que asimiló mucho mejor los alimentos e hizo una buena digestión ¿Verdad?
Imagina esta misma situación pero enfocada en el entrenamiento
El corredor A entrena siempre por debajo de su umbral anaeróbico menos cuando le toca hacer series. Normalmente entrena sólo o bien entrena con personas que tienen el mismo objetivo que él. Eso hace que no se de calentones y cuando va a la competición o cuando tiene que exigir a su cuerpo, este responde con frescura. A medida que va pasando la temporada, semana a semana se va encontrando cada vez mejor, con más chispa y con más fuerza.
El corredor B entrena casi siempre en grupo. Va continuamente persiguiendo al que está más fuerte ya que no le gusta quedarse del grupo, situación que le obliga a llevar casi siempre el corazón por encima del umbral aeróbico. Como entrena mucho, pronto se pone en forma. Es de los más fuertes a principio de temporada.
Lo que ocurre es que con el paso de los meses no se va dando cuenta de que va perdiendo “chispa” y que cada vez no sólo está más pesado, sino que también le cuesta más recuperar.
Si comparamos el entrenamiento físico a una digestión, encontraremos un parecido que nos puede ayudar a tener claro de qué manera tenemos que trabajar para lograr nuestros objetivos.
Si entrenas siempre mucho y mal , (entrenamiento duro tras entrenamiento duro. Cada día que sales es una carrera continua en la que tu corazón está siempre por las nubes) tu organismo no será capaz de digerir todo lo que estás haciendo, por lo que en poco tiempo es posible que llegues a un tope físico, de ahí no pases y encima puedas caer en sobreentrenamiento . En ese momento te aseguro que dejarás de divertirte y el salir a entrenar será un castigo
Sin embargo si sales a entrenar teniendo un objetivo claro, haciendo entrenamiento justo y sin pasarte, cada día tu cuerpo irá a más porque podrá asimilar todo aquello que estás haciendo. Alargarás la temporada, conseguirás mantener por más tiempo tu estado de forma y lo mejor de todo, poco a poco tu pico de forma será cada vez más alto.
Si eres de los que sales siempre a tope, toma en cuenta el símil de la digestión.
Puede que entrenar todos los días a tope acabe con una indigestión que no le siente bien a tu cuerpo.
Sé Feliz
Pedro García